El fin de semana pasado participé en el último Trail que tenía previsto para este verano.
(¡¡¡Que vaya veranito llevo!!!)
Ha sido en Mosqueruela, un pueblecito de la provincia de Teruel, encantador. Con unos paisajes sorprendentes y variados en los que transcurre la Carrera. Desde “falsos llanos” llenos de arbustos y piedras, hasta bosques tupidos de pinos.
La carrera es de 32 kilómetros con un desnivel de 1.200 acumulados. Es la tercera ocasión que participo. Y es la excusa perfecta para pasar un agradable fin de semana acompañados (Sito y yo) de buenos amigos que nos ofrecen su hospitalidad.
¡Imposible perdérserla!
La hora de salida es a las 8h. Y para mi sorpresa, veo muy pocos participantes. Rondaríamos los 150 más o menos. Todos preparadísimos, y jugaban en casa (conocían el terreno y la carrera como la palma de su mano). Disimuladamente voy mirando a todos los participantes, especialmente a las mujeres, y empiezo a rallarme (es habitual en mi ja ja ja).
- “ Vamos a quedar los últimos,” le comento a Sito al oído.
Y como me conoce desde hace tantos años, ni me mira y asiente con la cabeza pasando de mi.
¡¡¡Salimos!!! Corremos unos 500 metros por el pueblo y ya empezamos a subir por montaña.
Este año estoy preparada. Llevo en las piernas el entreno y la Vuelta al Aneto, la Cursa del Fau, … pero me noto cansada. Así que decido ir poco a poco, de menos a más. Quedan horas de carrera. Debo dosificar, acabar lo antes posible y sin rampas, a poder ser.
El grupo de corredores, a medida que avanza la carrera, se estira muchísimo. Sito y yo vamos a nuestro ritmo. Muy constante. Las subidas sin prisa pero sin pausa y en las pendientes apretamos un poco. Pero controlando en todo momento.
Los avituallamientos son abundantes (creo que eran seis). Paramos en todos. Comimos, bebimos. En todo momento los voluntarios te facilitaban el llenar las botellas, te ofrecían fruta. Desde aquí, quiero felicitar a todos los voluntarios. No solo de esta carrera, sino de todas las que se organizan. Sin ellos sería absolutamente imposible.
Esta carrera se caracteriza por ser un autentico “rompe piernas”. Subes y bajas continuamente, y el terreno cambia muchísimo. Empiezas por un pedregal, para seguir por pista blanda, boscosa, después “corriols” para acabar con una bajada muy técnica de 2 kilómetros llena de piedras.
Siempre recuerdo y temo los últimos 5 kilómetros. Los 3 kilómetros por ser una subida que no te la esperas. Crees que ya has acabado (estas en el km 27) y vas directa a meta,… pero se te presenta este “ bonus” con la “guinda” de los dos últimos de auténtico pedregal. A estas alturas tus piernas ya no responden como tu querrías, ya no levantas los pies lo suficiente como para esquivar las piedras. Recuerdo haber pasado estos kilómetros llorando las dos últimas ocasiones.
Me lo esperaba. Por ello seguíamos con el ritmo constante. Poco a poco íbamos pasando a gente parada con calambres.
Hacia la mitad de la carrera se nos unieron dos chicos. Era su primer trail de más de 20 kilómetros. No se despegaban de nosotros. Si andábamos, ellos andaban, si corríamos, ellos corrían, si bebíamos, ellos bebían, si parábamos ellos paraban,… Así iban cayendo kilómetros y kilómetros y sin darnos cuenta llegamos al último avituallamiento. El que te daba paso a los últimos 5 kilómetros. A mi “infierno particular”. Por primera vez bajé cómoda (aunque los gemelos estaban amenazando) y sonriendo. Siguiendo los pasos de Sito, ponia el pie en la piedra que él había pisado, pisaba por donde él pisaba y así cruzamos meta.
4 horas 20 minutos, fue el tiempo final (Marca personal), 1ª de mi categoría (Un jamón como trofeo) y 5ª en la categoría Absoluta.
¿Qué más puedo pedir?