El fin de semana del puente de Agosto, fuimos literalmente “expulsados” de casa.
Venían dos amigos franceses de nuestro hijo mayor, Pau, que había conocido en su estancia en Inglaterra. Nuestra casa es muy pequeña y decidimos dejarles a sus anchas unos días. Fue una buena excusa para marcharnos ese fin de semana.
¿Donde vamos? Ahora os explicaré el “truco” que utilizamos para escoger destino: Una CARRERA.
Faltaban pocos días para marcharnos y no teníamos nada decidido. ¿Qué carreras había ese fin de semana? Nos gustan carreras en pequeñas poblaciones, con poca gente, a poder ser, de montaña y no muy lejos. Estos son nuestros “filtros”.
Buscamos y apareció la “Cursa del Fau”, 21 kilómetros con 1.000 de desnivel positivo. En un pueblecito cerca de la frontera francesa: Maçanet de Cabrenys. No lo dudamos. Era nuestro próximo objetivo.
Nos apuntamos, y como siempre, fui a la sección de inscritos para ver cuanta gente participa, y ¿cuál fue mi sorpresa? ¡¡¡Había dos RUNNERINGgirls apuntadas!!! ( Gemma y Marta Romeral) No me lo podía creer. ¡¡¡Nos divertiremos seguro!!!
A las 8 de la mañana del Domingo era la salida. Una hora antes nos comemos un bocata y un zumo de naranja natural en el típico bar de la plaza del pueblo, a pocos metros de la salida. Qué bueno estaba ¡¡¡Nos sentó de maravilla!!!
Nos preparamos y nos vamos hacia la salida. A las 8 en punto, suena un petardo fortiiisimo y … ¡¡¡A correr!!!
Rápidamente empezamos a subir. El paisaje es muy bonito. Tode el recorrido por pista forestal y “corriols”. Atravesamos bosques, cruzamos ríos,… y además disponíamos de ¡¡¡cinco avituallamientos!!! Pero os quiero hablar de uno de ellos en particular. En mi vida he tenido uno de tanto lujo. Era dentro de la Ermita del Fau. Es una ermita con una nave central muy pequeña y abovedada con el retablo policromado detrás de lo que en su momento habría un altar. ¡¡¡Yo alucinaba!!! Solo por eso valía la pena participar.
El cansancio de la subida desaparece con el paisaje de todas las montañas y por el privilegio de comer y beber dentro de una ermita románica.
Me hubiera quedado más rato, pero se acercaban participantes femeninas y no quería que me adelantaran jejejejejeje.
Los siguientes kilómetros eran ya de bajada pero muy técnica. En algunos tramos nos encontramos con cuerdas para más seguridad. El desnivel y piedras eran abundantes. Pero las vistas lo compensaban
¡¡¡Pasadas 3’17h cruzamos meta!!!
Estoy contenta. Hemos ido a un ritmo constante y cómodo. No me sentí cansada. Estaba relajada. Me quedaban todavía dos días de “vacaciones” en los que fui a comer y descansar en un lugar donde tengo recuerdos maravillosos.
¿Qué más puedo pedir?